Después de más de 40 años de ateísmo, de un convencimiento absoluto de que nada ni nadie superaba al ser humano en evolución y en capacidad de dominar a la naturaleza hasta el extremo de poder acabar con ella, he recibido una carta de Dios, al modo en que tradicionalmente los católicos han percibido el mensaje divino, algo que ha cambiado mi vida para siempre, que me va a hacer llevar una vida casi monástica, sólo que en mi casa, casi mística porque no podré encender la luz no tengo para pagar la electricidad y sin duda me llevará a un ayuno personal.
Bueno paso a contaros la experiencia que me ha llevado a esto, mejor dicho la que me ha hecho entender que todo lo que me está ocurriendo es por una causa divina.
Salí al monte a coger espárragos, cuando de pronto una culebra se cruzó en mi camino, me observó, la observé y finalmente desapareció de mi camino, después un resplandor enorme cegó mis ojos, una luz brillante, casi incandescente, insoportable de ver, y escuché el trino de unos pajaritos que me decían: Sí amigo, a partir de ahora Wert cambiará tu vida y sobre todo la de tu hijita, tantos esfuerzos porque no llegase a mayor rodeada de supersticiones y miedos absurdos basados en creencias ancestrales, porque pudiese tener los días festivos para ella y no dedicados a la adoración de dioses, para que pudiese admirar desde un punto de vista diferente tanta belleza creada por artistas para contentar el apetito de la vanidad de los jerarcas que hablan en nombre de Dios, todo ello no ha servido para nada. Wert, y su impresentable planteamiento infantil, ha creado en connivencia con un puñado de carcas vírgenes y mártires mandamases de la Iglesia Católica, las bases para que los niños lleguen a mayores rodeados de miedos y formas de vida, basadas en generaciones antigüas. Digo vírgenes y mártires porque quizá son vírgenes de frente y mártires por detrás, vaya usted a saber, que tanta celosía y tanto celibato crea corteza de la que es difícil de quitar.
La jerarquía de la Iglesia, con sus mantos y sotanas, con su férreo control sobre la sociedad, sobre la economía y la política, no tiene otro deseo que implantar de nuevo el temor entre la población; el temor de un Dios al que se le puede atribuir según el gusto y necesidad tanto el bien como el mal, al gusto del consumidor e interés pertinente.
Si siempre hemos oído que la derecha, los ricos, han preferido que la gente del pueblo no adquiriese cultura, yo ahora os digo que no era así, que esto nunca ha sido cierto salvo en algunos casos, que la mente de los ricos a menudo no da para tanto, da para tener la astucia de cómo conseguir dinero pero no para planteamientos a tan largo plazo.
Quien de verdad ha hecho todo lo posible porque no hubiera conocimientos ni avances en la sociedad, porque el conocimiento residiese dentro de la Iglesia y estuviese controlado por la jerarquía de ésta era ella, la Iglesia que durante siglos escondió toda la cultura recaudada en monasterios y que todavía hoy conserva en los museos vaticanos innumerables textos, bibliografía y muchas cosas más en la oscuridad de ese mundo que esconde todo aquello que puede perjudicarle, no para defender a Dios, que en principio fue la causa, como para defender a la Iglesia Católica que ahora es el propósito.
Da pena y asco, que durante tantos siglos hayan ocultado, desmentido y sacrificado a personas que habían hecho frente a la fe con la prueba de lo absurdo de la fe, yo desde mi posición de no tener nada que perder, ya no tengo ni temor in el cuidado o el respeto que siempre se ha tenido, yo confieso mi odio hacia esta Institución que ha hundido las esperanzas y las posibilidades de vivir de tantas personas.
Una aclaración, el odio no es más que la conclusión a la que se llega después de sentirse indignado por acciones contra ti o contra quien tu quieres, pero no es nada más, sólo es eso, un sentimiento que no puede llegar más allá, ojalá pudiera matar a Dios que es la referencia en quien se basan para tanto absurdo, pero no puedo matar a quien no existe más que en la mente infantil de muchos humanos.
Bueno paso a contaros la experiencia que me ha llevado a esto, mejor dicho la que me ha hecho entender que todo lo que me está ocurriendo es por una causa divina.
Salí al monte a coger espárragos, cuando de pronto una culebra se cruzó en mi camino, me observó, la observé y finalmente desapareció de mi camino, después un resplandor enorme cegó mis ojos, una luz brillante, casi incandescente, insoportable de ver, y escuché el trino de unos pajaritos que me decían: Sí amigo, a partir de ahora Wert cambiará tu vida y sobre todo la de tu hijita, tantos esfuerzos porque no llegase a mayor rodeada de supersticiones y miedos absurdos basados en creencias ancestrales, porque pudiese tener los días festivos para ella y no dedicados a la adoración de dioses, para que pudiese admirar desde un punto de vista diferente tanta belleza creada por artistas para contentar el apetito de la vanidad de los jerarcas que hablan en nombre de Dios, todo ello no ha servido para nada. Wert, y su impresentable planteamiento infantil, ha creado en connivencia con un puñado de carcas vírgenes y mártires mandamases de la Iglesia Católica, las bases para que los niños lleguen a mayores rodeados de miedos y formas de vida, basadas en generaciones antigüas. Digo vírgenes y mártires porque quizá son vírgenes de frente y mártires por detrás, vaya usted a saber, que tanta celosía y tanto celibato crea corteza de la que es difícil de quitar.
La jerarquía de la Iglesia, con sus mantos y sotanas, con su férreo control sobre la sociedad, sobre la economía y la política, no tiene otro deseo que implantar de nuevo el temor entre la población; el temor de un Dios al que se le puede atribuir según el gusto y necesidad tanto el bien como el mal, al gusto del consumidor e interés pertinente.
Si siempre hemos oído que la derecha, los ricos, han preferido que la gente del pueblo no adquiriese cultura, yo ahora os digo que no era así, que esto nunca ha sido cierto salvo en algunos casos, que la mente de los ricos a menudo no da para tanto, da para tener la astucia de cómo conseguir dinero pero no para planteamientos a tan largo plazo.
Quien de verdad ha hecho todo lo posible porque no hubiera conocimientos ni avances en la sociedad, porque el conocimiento residiese dentro de la Iglesia y estuviese controlado por la jerarquía de ésta era ella, la Iglesia que durante siglos escondió toda la cultura recaudada en monasterios y que todavía hoy conserva en los museos vaticanos innumerables textos, bibliografía y muchas cosas más en la oscuridad de ese mundo que esconde todo aquello que puede perjudicarle, no para defender a Dios, que en principio fue la causa, como para defender a la Iglesia Católica que ahora es el propósito.
Da pena y asco, que durante tantos siglos hayan ocultado, desmentido y sacrificado a personas que habían hecho frente a la fe con la prueba de lo absurdo de la fe, yo desde mi posición de no tener nada que perder, ya no tengo ni temor in el cuidado o el respeto que siempre se ha tenido, yo confieso mi odio hacia esta Institución que ha hundido las esperanzas y las posibilidades de vivir de tantas personas.
Una aclaración, el odio no es más que la conclusión a la que se llega después de sentirse indignado por acciones contra ti o contra quien tu quieres, pero no es nada más, sólo es eso, un sentimiento que no puede llegar más allá, ojalá pudiera matar a Dios que es la referencia en quien se basan para tanto absurdo, pero no puedo matar a quien no existe más que en la mente infantil de muchos humanos.