Será ascendido al santoral de los malandros, embalsamado y adorado en una urna, San Candanga de Barinas, el segundo libertador bolivariano.
Los pueblos necesitan líderes, gentes que les dirijan y guíen sin que para ellos ocasione más esfuerzo que el de seguir a pie juntillas las directrices de estos nuevos profetas.
Poco importa si son o no fieles a lo que en principio promulgan, puedes comenzar con una ideología de carácter marxista y acabar siendo una especie de profeta de Dios, libertador de no sé sabe qué y hacedor de la soberanía de todo un pueblo, que ya era soberano pero le habían dicho que no.
Supuestamente la ideología marxista no tiene Dioses, depende en todo momento de lo que un pueblo decida, sin embargo hemos visto las más de las veces, que quien se convierte en líder de estos movimientos que tan dignamente pensó y explicó Marx por ejemplo, como muchos otros en su época y a lo largo de la historia, se convierten en caudillos únicos y de carácter vitalicio y dejando el poder tomado y mantenido con el temor de sus enojos, a modo hereditario, dinástico.
Quizá de los pocos ejemplos que no han hecho esto, está el del ya fallecido Presidente Chávez, que fue electo en sus primeros comicios, también en los segundos, y que ya en su tercera legislatura precisó de la ayuda externa a modo de nacionalizaciones de extranjeros con derecho a voto, de personas afines a sus criterios y de origen, chino, cubano, iraní, etc., pero al menos no ha dejado el poder en manos de alguien de su familia.
¿Son conjeturas? Pues sí, porque para demostrar evidencias tendría que haber datos ofrecidos por el propio Gobierno Venezolano, por los Ministerios, y para quien no lo sepa, no se hace un seguimiento de estas cuestiones, lo verdaderamente importante para este Gobierno en los últimos años ha sido su continuidad, explicando al pueblo la importancia de que en esa continuidad se jugaba la libertad y soberanía de Venezuela, que ya anteriormente la puso en marcha Simón Bolívar, en el siglo XVIII, cuando lograron conquistar su independencia de la Corona Española en tiempos de Isabel II y de la Guerra de Independencia contra Napoleón.
Yo sólo puedo explicar aquí de lo que he sido testigo, anécdotas, vivencias, comparaciones con un país en franco deterioro como es España y aún así, nosotros, sufriendo en este momento una crisis grave y un planteamiento gubernamental claramente de derechas, tengo que confesar que comparativamente éste es un país que está muy a la izquierda del planteamiento social de Venezuela en la actualidad.
Puedo hablar de cualquier cosa de las que suceden en la calle, no así de lo que sucede a nivel interno político, puesto que no he tenido la oportunidad de estar adentro del PSUV, pero sí de ver qué se cuece y cómo en la calle, en el día a día.
Ejemplos de cómo se recoge la basura, cómo se compra en los supermercados, cómo se solicitan documentos, cómo se conduce por las carreteras, el estado de limpieza de las calles, de conservación del mobiliario público, de cómo funciona el transporte público, de cómo se empadrona la gente para tener derecho a voto, del trato policial, del respeto a la vida, de las reacciones de la población contra la delincuencia, de cómo recogen los medios de comunicación las noticias y la libertad de prensa, en fin, de tantas y tantas cosas que un ciudadano ve y siente a lo largo del día en un país.
Puedo asegurar que el nivel de corrupción de los poderes públicos es absolutamente escandaloso, que hay muchas leyes absurdas que aquí sonarían a inquisidoras y sobre todo darían risa, que el nivel de permisividad y de acoso respecto de la ley es contradictorio, son tantas y tantas cosas, que yo regresé abrumado, escandalizado y con una gran decepción de lo que pensé sería mi futuro. Y hay que pensar, que estando en la ruina total volverse aquí tal y como está la situación y encima decir que esto es mejor, pues es que algo está ocurriendo allí.