Pasa el tiempo sin que uno termine de hacerse consciente de ello, a mis 52 años muchísima parte de la población me considera ya alguien muy mayor y yo sigo mirándome al espejo y viendo a aquel chico que se preguntaba "porqués" y aún soy consciente de que no tengo las respuestas.
Después de tantos años y tanta reflexión llego casi a las mismas conclusiones que llegué cuando apenas tenía 16 años, mis puntos de vista casi no han cambiado y la experiencia recibida sólo me ha confirmado mis dudas en todos los aspectos que ya tenía entonces.
Desde preguntarme para qué sirve la vida, hasta entender por fin que efectivamente la gente nace ya con avaricias y con hábitos; supongo que será el ADN o quizá no, quizá es la educación que recibimos, lo que sí puedo confirmar aunque no haya modo de demostrarlo científicamente es que la mayor parte de la humanidad no tiene personalidad, al menos si por este concepto entendemos lo que cada uno tiene de si mismo y por si mismo, lo no aprendido o copiado de otros, sino lo basado en la reflexión de uno mismo a partir de lo vivido o de lo visto en quienes le rodean.
En cualquier caso lo que también puedo afirmar es que no soy la única persona que ha vivido sin comprender por y para qué, que antes de mi y en todos los tiempos ha habido personas inadaptadas como yo, aunque no está bien denominarlos así, porque la pregunta sería ¿qué somos inadaptados o son los demás quienes viven bajo la influencia de los instintos de supervivencia más crueles?
Pocas personas a lo largo de su vida se hacen esta reflexión y son muchos los que has conocido a lo largo de tu vida y sin hacerte consciente de ello les has prestado tu apoyo, incluso tu atención, para más tarde darte cuenta de que no merecían la pena.
No creo que ningún sistema político, ni cambio económico, pueda cambiar esto, el problema se resolverá con el tiempo si desde las escuelas somos capaces de cambiar estas actitudes, pero para ello son los profesores quienes tienen que tener no sólo la preparación sino también la vocación y creo que en este punto fallan la mayoría, de modo que si sumamos la falta de validez en el profesorado por carencia de vocación y la falta de vocación en los padres para ser progenitores, pues nos encontramos con un problema difícil de resolver por bastante tiempo.
Soluciones: No las hay, tendremos que seguir dando palos de ciego, esperando que un día empiecen a cambiar de verdad las cosas, porque los cambios que ahora parece que están produciéndose no son tampoco la panacea, por mucho que podamos elegirlos entre todos, no todos estamos preparados para asumir esos cambios, con lo que lejos de cerrarse el círculo parece que se regresa de nuevo a él.