Sin saber por qué me hago cómplice del mal, aún siendo bueno consiento el mal a mi alrededor no hago nada por los que sufren, sabiendo como sé que el remedio está en el desapego de lo innecesario, sólo abandonando mis responsabilidades puedo ayudar a los demás, qué paradoja y sin embargo que gran verdad, y aviar lo mío no es posible sin resolver primero lo de los demás, porque los demás son yo, pertenecemos todos a un mismo tronco, al tronco de la humanidad, donde unos nacen mientras otros mueren, donde nuestros descendientes llevan parte de nosotros dentro de ellos y donde nosotros llevamos dentro parte de los que antes estuvieron aquí que nosotros, donde no podremos nunca saber cuál es la interconectividad entre nosotros.
Porque quién sabe qué le une a un chino o a un esquimal, quizá un hilo antiguo sea común y quizá eso debería llevarnos a la solidaridad mutua. Estamos todos en una misma tierra, compartiendo un mismo aire, un mismo agua, cómo podemos ser tan insensatos de quitar ese agua, ese aire a los demás, si al mismo tiempo nos lo quitamos a nosotros mismos.
Necesitamos de un mismo orden social, para todos, sin excepción. Necesitamos ya lo que otros han reclamado antes que nosotros, todos aquellos que fueron incomprendidos y martirizados por una verdad que el resto no quería admitir. Igual da que fueran religiosos o no, que defendieran a un Dios o a otro, puesto que lo que de verdad defendían y anunciaban era el amor fraternal de los seres humanos por lo que les rodea. Qué importa si se hace desde una filiación u otra, qué importa si se hace en un idioma u otro, el sentimiento es exactamente el mismo. Quizá la forma cambia algo, quizá la interpretación es algo distinta, sin embargo el fondo, el sentido y la intención es la misma.
Reclamemos pues ya lo nuestro, nuestro derecho a vivir y a morir con la libertad que se supone que nacemos. Dejemos Matrix a un lado, dejemos los sin sabores que da la sumisión a otros por haber sido más afortunados desde el día de su nacimiento, consintamos a los que han tenido peor suerte medrar, para que puedan ayudar a otros a su vez, puesto que todos tenemos a alguien que está mejor y a alguien que está peor que nosotros a nuestro lado.
Porque en el fondo cómo valoraríamos qué es estar mejor o peor, acaso la felicidad, lo mejor o peor está relacionado con la posesión de lo material o quizá con la posesión de lo espiritual, con la salud, con el amor, con la satisfacción de conseguir nuestros sueños, nuestros anhelos. Yo creo que está en hacer que todos podamos sentarnos un día en la misma mesa, sin mirarnos ni compararnos, puesto que nuestras posesiones no son más que producto de la propia pervivencia humana, de la necesaria competitividad que nos ha dado la naturaleza para superarnos y sobrevivir, algo relacionado con lo que ya Darwin explicó respecto de la evolución. Sin embargo, hoy sabemos con precisión, con exactitud, que somos racionales, que podemos pensar y esto no lo pueden hacer el resto de compañeros de viaje de esta tierra, de esta experiencia terrenal que quizá es única en el universo mientras no se demuestre lo contrario y sobre todo mientras no nos preocupe demasiado el si compartimos universo con otros seres o no, centrándonos en lo conocido que es lo más desconocido paradójicamente, los humanos que mueren diariamente por falta de atención de otros humanos, en idioma racional esto tiene un nombre: homicidio por imprudencia.