No pretendo ser un teórico de la política, aunque como cualquier otra persona tengo derecho a opinar o sugerir; éste es el fundamento de la Democracia, perdido en el tiempo y tergiversado por intereses de quienes en origen creían en la Democracia pero no sabían cómo practicarla.
Hace muchos años que he venido comentando en algunos círculos de amigos ideas que aparentemente suscitaban temor y sobre todo eran malentendidas, quizá porque aún no se habían producido los acontecimientos de los últimos años y la gente no estaba preparada para oír esas cosas, sin embargo ahora creo que es el momento para hacerlo.
Aunque la idea yo no la he visto en ningún lado, es absolutamente posible que ya esté en funcionamiento o planificada en algún otro lugar del mundo, en España, Europa, incluso por compatriotas nuestros, puesto que ni es tan original, ni tan compleja, pero sí desde mi punto de vista necesaria. Yo ahora la expongo aquí para que todos aquellos que piensen que es viable, necesaria o útil, para que aquellos que ya lo conocían o habían pensado en ello, convengan junto con más gente en ponerlo en marcha o proponerlo.
Pasaré primero a explicar los porqués de que surgiese esta idea en mi mente.
En el año 86, que ya ha llovido, se planteó por parte del PSOE un plebiscito para saber si queríamos entrar o no en la OTAN, recuerdo que en principio este mismo partido abogaba por no entrar, yo en ese momento sabía qué quería yo, aún a pesar de que la información de la que disponíamos, de que lo que conllevaba esto, no era suficiente para poder tomar decisiones y mucho menos para que la mayor parte de la población tomase partido por el SÍ o por el NO, sin embargo cada partido político aconsejó a sus votantes que se decantasen por una u otra opción y sin que los votantes entendiesen por qué, hicieron con su voto lo aconsejado por sus partidos políticos preferidos.
Estos partidos políticos eran del agrado de cada quien en función del pasado familiar de cada uno, de la educación y el ambiente en el que nos habíamos criado, pero la mayoría de las personas no entendían más allá de las siglas o colores lo que realmente representaba cada uno.
Como consecuencia de aquello, al igual que me había ocurrido con la religión, con los equipos de fútbol y con muchas otras cuestiones de la vida, percibí que era el ambiente y la educación recibida quien decidía por cada persona qué era mejor o peor para él o ella, algo que desvinculaba a la persona de sus propias ideas y de la formación de su personalidad.
Por estos motivos se me ocurrió que era importante que los seres humanos dispusiésemos de un tipo de educación, que ya se dio en el pasado, en el que te informasen de todas las opciones que hay en la vida, porque elegir como bueno, dar como lo mejor, sólo lo que conocemos por nuestro ambiente es en sí mismo un absurdo, un modo de permanecer fiel a algo sin que podamos cotejar o comparar con lo que desconocemos.
Mi planteamiento hoy, ahora, fuera ya de lo que tendría que ver con la educación a nivel general de nuestros jóvenes, es otra y no sólo atañe a los jóvenes, sino al total de la población y se trata de lo siguiente.
En épocas de elecciones las personas como es habitual votan a los partidos políticos en función de programas que no conocen o no leen, en función de los colores o siglas, en función de que aparentemente pueda resultar mejor una cosa u otra y básicamente por economía, aunque bien es cierto que determinados grupos que han venido siendo marginados por diferentes aspectos, como son el caso de la homosexualidad, el de la ecología y algunos más, han decidido su voto por otras cuestiones no económicas.
Sin embargo no conocen a quienes va destinado su voto y lo que es peor, no saben qué va a ocurrir con su voto después; tampoco conocen cómo pueden o deben protestar, porque las protestas han estado vetadas o cuando no lo han estado han estado mal vistas y como ovejas en el matadero ni siquiera sabíamos que nos estaban fastidiando y cuando lo sabíamos admitíamos cualquier excusa impuesta por el poder, admitiendo además nuestra ignorancia respecto de la política como si ésta fuera distinta de cualquier otro aspecto de la vida.
Mi planteamiento es formar a la sociedad, darnos un plazo de cuatro u ocho años para imponer esta fórmula, y al igual que nadie puede ejercer la medicina sin título, nadie puede enseñar matemáticas si no las ha estudiado antes o nadie debería tener hijos sin entender cuál será la trascendencia de su decisión, pasase con la posibilidad de votar.
Para votar es necesario saber cómo funciona tu voto, que representa, cómo funcionan las instituciones, por qué están ahí, para qué sirven, qué ocurre si no votas, qué ocurre si te dijeron en el programa que harían ésto o aquello y luego hacen lo contrario, en fin, hay que conocer la Constitución, los derechos y deberes, y después hay que escuchar las ofertas de los diferentes partidos políticos, además de sugerir o proponer otras cosas, de quejarse pacíficamente, de entender que nuestras decisiones afectan a todo el mundo que vive bajo el mismo manto democrático.
Por ello deberíamos poner en marcha cursos de una semana de duración de dos horas por ejemplo (no digo yo que éste sea el tiempo indispensable, sólo que tampoco hay que exagerar con ello), que nos otorgasen la posibilidad de votar sabiendo al menos por encima qué y por qué votamos; igual que sacar un permiso de conducir, para que nuestra conducción en la vida afecte a los demás lo más positivamente posible.
Cursos donde se nos enseñase qué es la Constitución, qué nos debería garantizar y qué no, qué es el voto por y para qué, etc.
No soy yo la persona culta ni con conocimientos suficientes para impartir eso, pero sí sé que es una idea que daría buenos frutos en un plazo no tan largo, pues cada persona que se formase en estas cuestiones podría desde ese momento tener opiniones más acordes, entender y criticar todo lo que nos ofrecen como válido, no es posible continuar con una carencia de conocimientos de política tan alta, porque ello ha causado enfrentamientos en todos los países del mundo y en todas las épocas de la historia.
Nada es mejor que nada, sólo es mejor o peor para determinados sectores o determinadas formas de entender la vida, por lo tanto en esa diversidad cabemos todos y debemos decidir todos, entendiendo que estamos todos en el mismo barco y que nadie puede ser capitán eterno, ni tampoco grumete para siempre, puesto que el viento cambia y a veces no hay viento.
Además de los beneficios lógicos de que cuando llegase el momento de votar o criticar o entender qué nos ofrecen o por qué cosa nos preguntan, habría un interés más alto por las cuestiones que nos afectan a todos, porque en mi opinión esa frase tan habitual de "yo es que no entiendo de Política" es más porque efectivamente no saben de qué va la política, no somos conscientes de que el hecho de no tirar un papel al suelo en vez de en una papelera no es sólo algo cívico, sino algo decidido en política, el que se vacune a los niños a determinada edad no es una decisión sanitaria sino una decisión política, el que tengas tu tienda abierta en determinados horarios no es sólo porque en esos horarios puedas vender más, sino porque hay detrás una decisión política, luego política es todo, hasta el que tengas que tratar a tus hijos, a tu pareja con debido respeto.
Si observáis hay países donde la política evidentemente no funciona igual para todo el mundo ni es buena para todo el mundo, es decir no es justa, así hay lugares del mundo donde una mujer puede ser condenada sólo por no obedecer a su padre o hermanos o esposo, también puedes maltratar a tu perro, incluso matarlo sin que ello signifique nada, puedes llevar armas pidiendo un permiso y eso se contempla desde la sociedad como algo normal. Pues bien, de eso trata la política, de que entre todos tomemos esas decisiones y que establezcamos unas normas de convivencia en todos los ámbitos de la vida que enriquezcan nuestra humanidad y nos conviertan en personas útiles para todos.
En el siglo XXI debemos asentar las bases para que la evolución del hombre no esté relacionada con los electrodomésticos que utilizamos o hemos inventado, ni con la capacidad de tener más o menos cosas que a veces son inútiles, sino con hacer una convivencia que sea humana pensando en nuestros hijos, porque no podemos dejar un mundo peor de lo que nos encontramos, eso no tiene sentido y no es útil.
Hace muchos años que he venido comentando en algunos círculos de amigos ideas que aparentemente suscitaban temor y sobre todo eran malentendidas, quizá porque aún no se habían producido los acontecimientos de los últimos años y la gente no estaba preparada para oír esas cosas, sin embargo ahora creo que es el momento para hacerlo.
Aunque la idea yo no la he visto en ningún lado, es absolutamente posible que ya esté en funcionamiento o planificada en algún otro lugar del mundo, en España, Europa, incluso por compatriotas nuestros, puesto que ni es tan original, ni tan compleja, pero sí desde mi punto de vista necesaria. Yo ahora la expongo aquí para que todos aquellos que piensen que es viable, necesaria o útil, para que aquellos que ya lo conocían o habían pensado en ello, convengan junto con más gente en ponerlo en marcha o proponerlo.
Pasaré primero a explicar los porqués de que surgiese esta idea en mi mente.
En el año 86, que ya ha llovido, se planteó por parte del PSOE un plebiscito para saber si queríamos entrar o no en la OTAN, recuerdo que en principio este mismo partido abogaba por no entrar, yo en ese momento sabía qué quería yo, aún a pesar de que la información de la que disponíamos, de que lo que conllevaba esto, no era suficiente para poder tomar decisiones y mucho menos para que la mayor parte de la población tomase partido por el SÍ o por el NO, sin embargo cada partido político aconsejó a sus votantes que se decantasen por una u otra opción y sin que los votantes entendiesen por qué, hicieron con su voto lo aconsejado por sus partidos políticos preferidos.
Estos partidos políticos eran del agrado de cada quien en función del pasado familiar de cada uno, de la educación y el ambiente en el que nos habíamos criado, pero la mayoría de las personas no entendían más allá de las siglas o colores lo que realmente representaba cada uno.
Como consecuencia de aquello, al igual que me había ocurrido con la religión, con los equipos de fútbol y con muchas otras cuestiones de la vida, percibí que era el ambiente y la educación recibida quien decidía por cada persona qué era mejor o peor para él o ella, algo que desvinculaba a la persona de sus propias ideas y de la formación de su personalidad.
Por estos motivos se me ocurrió que era importante que los seres humanos dispusiésemos de un tipo de educación, que ya se dio en el pasado, en el que te informasen de todas las opciones que hay en la vida, porque elegir como bueno, dar como lo mejor, sólo lo que conocemos por nuestro ambiente es en sí mismo un absurdo, un modo de permanecer fiel a algo sin que podamos cotejar o comparar con lo que desconocemos.
Mi planteamiento hoy, ahora, fuera ya de lo que tendría que ver con la educación a nivel general de nuestros jóvenes, es otra y no sólo atañe a los jóvenes, sino al total de la población y se trata de lo siguiente.
En épocas de elecciones las personas como es habitual votan a los partidos políticos en función de programas que no conocen o no leen, en función de los colores o siglas, en función de que aparentemente pueda resultar mejor una cosa u otra y básicamente por economía, aunque bien es cierto que determinados grupos que han venido siendo marginados por diferentes aspectos, como son el caso de la homosexualidad, el de la ecología y algunos más, han decidido su voto por otras cuestiones no económicas.
Sin embargo no conocen a quienes va destinado su voto y lo que es peor, no saben qué va a ocurrir con su voto después; tampoco conocen cómo pueden o deben protestar, porque las protestas han estado vetadas o cuando no lo han estado han estado mal vistas y como ovejas en el matadero ni siquiera sabíamos que nos estaban fastidiando y cuando lo sabíamos admitíamos cualquier excusa impuesta por el poder, admitiendo además nuestra ignorancia respecto de la política como si ésta fuera distinta de cualquier otro aspecto de la vida.
Mi planteamiento es formar a la sociedad, darnos un plazo de cuatro u ocho años para imponer esta fórmula, y al igual que nadie puede ejercer la medicina sin título, nadie puede enseñar matemáticas si no las ha estudiado antes o nadie debería tener hijos sin entender cuál será la trascendencia de su decisión, pasase con la posibilidad de votar.
Para votar es necesario saber cómo funciona tu voto, que representa, cómo funcionan las instituciones, por qué están ahí, para qué sirven, qué ocurre si no votas, qué ocurre si te dijeron en el programa que harían ésto o aquello y luego hacen lo contrario, en fin, hay que conocer la Constitución, los derechos y deberes, y después hay que escuchar las ofertas de los diferentes partidos políticos, además de sugerir o proponer otras cosas, de quejarse pacíficamente, de entender que nuestras decisiones afectan a todo el mundo que vive bajo el mismo manto democrático.
Por ello deberíamos poner en marcha cursos de una semana de duración de dos horas por ejemplo (no digo yo que éste sea el tiempo indispensable, sólo que tampoco hay que exagerar con ello), que nos otorgasen la posibilidad de votar sabiendo al menos por encima qué y por qué votamos; igual que sacar un permiso de conducir, para que nuestra conducción en la vida afecte a los demás lo más positivamente posible.
Cursos donde se nos enseñase qué es la Constitución, qué nos debería garantizar y qué no, qué es el voto por y para qué, etc.
No soy yo la persona culta ni con conocimientos suficientes para impartir eso, pero sí sé que es una idea que daría buenos frutos en un plazo no tan largo, pues cada persona que se formase en estas cuestiones podría desde ese momento tener opiniones más acordes, entender y criticar todo lo que nos ofrecen como válido, no es posible continuar con una carencia de conocimientos de política tan alta, porque ello ha causado enfrentamientos en todos los países del mundo y en todas las épocas de la historia.
Nada es mejor que nada, sólo es mejor o peor para determinados sectores o determinadas formas de entender la vida, por lo tanto en esa diversidad cabemos todos y debemos decidir todos, entendiendo que estamos todos en el mismo barco y que nadie puede ser capitán eterno, ni tampoco grumete para siempre, puesto que el viento cambia y a veces no hay viento.
Además de los beneficios lógicos de que cuando llegase el momento de votar o criticar o entender qué nos ofrecen o por qué cosa nos preguntan, habría un interés más alto por las cuestiones que nos afectan a todos, porque en mi opinión esa frase tan habitual de "yo es que no entiendo de Política" es más porque efectivamente no saben de qué va la política, no somos conscientes de que el hecho de no tirar un papel al suelo en vez de en una papelera no es sólo algo cívico, sino algo decidido en política, el que se vacune a los niños a determinada edad no es una decisión sanitaria sino una decisión política, el que tengas tu tienda abierta en determinados horarios no es sólo porque en esos horarios puedas vender más, sino porque hay detrás una decisión política, luego política es todo, hasta el que tengas que tratar a tus hijos, a tu pareja con debido respeto.
Si observáis hay países donde la política evidentemente no funciona igual para todo el mundo ni es buena para todo el mundo, es decir no es justa, así hay lugares del mundo donde una mujer puede ser condenada sólo por no obedecer a su padre o hermanos o esposo, también puedes maltratar a tu perro, incluso matarlo sin que ello signifique nada, puedes llevar armas pidiendo un permiso y eso se contempla desde la sociedad como algo normal. Pues bien, de eso trata la política, de que entre todos tomemos esas decisiones y que establezcamos unas normas de convivencia en todos los ámbitos de la vida que enriquezcan nuestra humanidad y nos conviertan en personas útiles para todos.
En el siglo XXI debemos asentar las bases para que la evolución del hombre no esté relacionada con los electrodomésticos que utilizamos o hemos inventado, ni con la capacidad de tener más o menos cosas que a veces son inútiles, sino con hacer una convivencia que sea humana pensando en nuestros hijos, porque no podemos dejar un mundo peor de lo que nos encontramos, eso no tiene sentido y no es útil.