22 de Febrero de 2013
Se está hablando en los últimos días mucho de la abdicación del Rey y se está tratando desde mi punto de vista de un modo quizá ofensivo para los defensores de la Monarquía y demasiado abierto para los Republicanos.
Es tan simple como que estamos en el siglo XXI, que tenemos una Monarquía y no es el momento de plantearse si esto es bueno o malo, simplemente es lo que tenemos y tenemos problemas demasiado graves para dejarlos de lado, como ejemplos el que miles de familias, quizá millones, han perdido toda la ilusión de vivir y están comenzando a perder la esperanza y esto es tan grave que por bien que les pueda ir al resto les afectará negativamente.
Tenemos un monarca que lleva en su puesto más de 37 años, tiempo en el que mejor o peor, más al gusto de unos que de otros, ha ejercido su obligación y ha cumplido.
No tiene ningún sentido que un hombre cumpla con su trabajo más allá de donde la salud le permite y esto no tiene ningún sentido ni como trabajador, ni como empresario, ni como político, ni como Rey, porque más allá de títulos somos todos iguales, igual de humanos.
Por otro lado tenemos, dada que esta institución es de carácter hereditario, a un heredero que tiene suficiente preparación, sobrada experiencia en lo que se le vaya a solicitar, ganas, salud y fuerza y además una pareja que también a su vez tiene sobrada preparación y que es de origen distinto, además de haber sido periodista, haberse ganado la vida por sus propios medios y conocer de primera mano los problemas de la calle.
Yo no soy monárquico, ni siquiera me considero demócrata de esta democracia, sólo soy una persona que nació aquí, que su origen genético es de aquí desde hace muchas generaciones y que se siente orgullosa de su gente y de su tierra, aún con los problemas, virtudes y defectos que tengamos, debemos creer porque es así, que somos un pueblo con principios y con cosas por enseñar a los demás, no debemos caer en la autocrítica fácil de que este país es esto o aquello, porque en todos sitios cuecen habas y no son mejores las más de las veces.
Nuestro Príncipe, Felipe, tiene la ilusión y la esperanza de poder contribuir a un mejor entendimiento entre todos nosotros o al menos eso es lo que a mí me da a entender, lo que intuyo que está en su cabeza. Es un hombre disciplinado, discreto y suficientemente inteligente como para asumir su rol, además, aún tiene a su padre y también a su madre, para en momentos de flaqueza, de desmoralización, poder apoyarse en ellos.
La Casa Real es una institución completa, donde tanto el Rey, como la Reina y los Príncipes, juegan un papel de representantes oficiales de nuestro país, y si esto está ahora mismo así, pues dejemos que siga hasta que al menos nuestros paisanos, nuestros compatriotas, tengan, recuperen de nuevo una ilusión perdida, un orgullo que ahora nos avergüenza por culpa de tanto político y tanto banquero corrupto, hagamos justicia y repartamos responsabilidades, en todo momento, lugar y cuantía.
No podemos permitirnos que nuestros amigos, familia, conocidos, sufran por culpa de leyes mal hechas, por culpa de políticos cobardes y de banqueros codiciosos. Arreglemos esto.
Así que creo que lo mejor es que nuestro Rey se retire, que quede como asesor de nuestro Príncipe, que nuestro Rey descanse como jubilado, como cualquier otro jubilado y que deje un paso natural a su hijo, antes de que éste pierda la ilusión y la esperanza, que otros paisanos sí han perdido.
Se está hablando en los últimos días mucho de la abdicación del Rey y se está tratando desde mi punto de vista de un modo quizá ofensivo para los defensores de la Monarquía y demasiado abierto para los Republicanos.
Es tan simple como que estamos en el siglo XXI, que tenemos una Monarquía y no es el momento de plantearse si esto es bueno o malo, simplemente es lo que tenemos y tenemos problemas demasiado graves para dejarlos de lado, como ejemplos el que miles de familias, quizá millones, han perdido toda la ilusión de vivir y están comenzando a perder la esperanza y esto es tan grave que por bien que les pueda ir al resto les afectará negativamente.
Tenemos un monarca que lleva en su puesto más de 37 años, tiempo en el que mejor o peor, más al gusto de unos que de otros, ha ejercido su obligación y ha cumplido.
No tiene ningún sentido que un hombre cumpla con su trabajo más allá de donde la salud le permite y esto no tiene ningún sentido ni como trabajador, ni como empresario, ni como político, ni como Rey, porque más allá de títulos somos todos iguales, igual de humanos.
Por otro lado tenemos, dada que esta institución es de carácter hereditario, a un heredero que tiene suficiente preparación, sobrada experiencia en lo que se le vaya a solicitar, ganas, salud y fuerza y además una pareja que también a su vez tiene sobrada preparación y que es de origen distinto, además de haber sido periodista, haberse ganado la vida por sus propios medios y conocer de primera mano los problemas de la calle.
Yo no soy monárquico, ni siquiera me considero demócrata de esta democracia, sólo soy una persona que nació aquí, que su origen genético es de aquí desde hace muchas generaciones y que se siente orgullosa de su gente y de su tierra, aún con los problemas, virtudes y defectos que tengamos, debemos creer porque es así, que somos un pueblo con principios y con cosas por enseñar a los demás, no debemos caer en la autocrítica fácil de que este país es esto o aquello, porque en todos sitios cuecen habas y no son mejores las más de las veces.
Nuestro Príncipe, Felipe, tiene la ilusión y la esperanza de poder contribuir a un mejor entendimiento entre todos nosotros o al menos eso es lo que a mí me da a entender, lo que intuyo que está en su cabeza. Es un hombre disciplinado, discreto y suficientemente inteligente como para asumir su rol, además, aún tiene a su padre y también a su madre, para en momentos de flaqueza, de desmoralización, poder apoyarse en ellos.
La Casa Real es una institución completa, donde tanto el Rey, como la Reina y los Príncipes, juegan un papel de representantes oficiales de nuestro país, y si esto está ahora mismo así, pues dejemos que siga hasta que al menos nuestros paisanos, nuestros compatriotas, tengan, recuperen de nuevo una ilusión perdida, un orgullo que ahora nos avergüenza por culpa de tanto político y tanto banquero corrupto, hagamos justicia y repartamos responsabilidades, en todo momento, lugar y cuantía.
No podemos permitirnos que nuestros amigos, familia, conocidos, sufran por culpa de leyes mal hechas, por culpa de políticos cobardes y de banqueros codiciosos. Arreglemos esto.
Así que creo que lo mejor es que nuestro Rey se retire, que quede como asesor de nuestro Príncipe, que nuestro Rey descanse como jubilado, como cualquier otro jubilado y que deje un paso natural a su hijo, antes de que éste pierda la ilusión y la esperanza, que otros paisanos sí han perdido.
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