La idea de este artículo nace en 1988, después de la última vez que votaría en referendums para elección de Gobierno en este país en el que nunca ha existido la democracia real.
LA DEMARQUÍA COMO SISTEMA POLÍTICO A RECUPERAR
Envueltos como estamos en la actualidad del año 2011 en una crisis económica internacional, también de valores morales entendidos no desde un punto de vista religioso sino referidos a la honestidad, honorabilidad y humanismo, donde los países teocráticos están movilizándose en contra del sistema jerárquico y los capitalistas contra el sistema económico y político, se pone de manifiesto que hemos entrado en una nueva era, la del siglo XXI o si se prefiere la del segundo milenio.
Las democracias actuales requieren sin duda de un cambio sustancial en su forma y en el ejercicio de su poder, los políticos actuales son más que vocacionales profesionales, lo que les hace perder su verdadero carácter de políticos y les convierte en mercenarios del poder, a menudo influenciado y jerarquizado por el poder económico que lo abanderan las grandes empresas multinacionales y la banca.
Hasta hace no demasiado tiempo éstos estaban más o menos frenados por las leyes que emanaban del pueblo o al menos por un sucedáneo elegido por el pueblo, sin embargo hoy y aprovechando la influencia que hemos desarrollado con los medios de comunicación y el marketing, este poder ha pasado de una manera encubierta a estar en manos de un pequeño grupo de personas que compran todo con dinero, que son capaces de influir en el sentir y en el ser del resto de los humanos, con la influencia de las necesidades creadas en favor de la modernidad y que son a su vez los que generan esa necesidad de dinero siendo sorprendentemente ellos los que también tienen o poseen las fábricas de dinero, es decir las grandes empresas que mueven a los sistemas políticos y a los medios de comunicación.
Para hacerlo entender fácil diríamos que usted tiene un huerto y a su vez tiene una tienda donde se vende de todo y al mismo tiempo un periódico o una televisión. Así que hace un anuncio de que se busca gente que cultive el huerto con buen salario, otro anuncio de las cosas que usted vende y por fin en su empresa de comunicación explica por televisión y en prensa lo importante que es la empresa para la que usted trabaja, la suerte que tiene por trabajar ahí ya que obtiene dinero para poder comprar esas cosas que vende esa tienda pero que usted no sabe que es propietaria también de su huerto, y al mismo tiempo propietaria de la televisión que le explica la suerte que usted tiene por todo ello.
La realidad es que está siendo usted manipulado por los tres que al fin y al cabo son los mismos.
No requeriría mayor explicación todo esto en personas que ya están en ese camino de no dejarse llevar por las influencias de los medios de comunicación y del marketing, pero dado que la inmensa mayoría de la población desconoce que esto es así, quizá convendría entretenerse explicando con ejemplos el porqué y dejando una parte para el desarrollo subjetivo de cada uno, de si son influenciados o no, puesto que no hay mayor convencimiento para una verdad que la que uno mismo desarrolla después de una reflexión con datos.
Me siento obligado no a convencer sino a informar de mi sentir, de mi forma de ver, puesto que sí sé con certeza que no está influenciada por nadie, ni tan siquiera por un modo egoísta o avaricioso, sino por el bien general que en el fondo es el mío propio.
En este escrito quiero dar a entender a quien lo lea que estamos siendo esclavizados en los países más avanzados hacia lo que llamaríamos una dependencia que nos provee de comodidad, pero que les provee a los impulsores de dinero, y siendo como es que vivimos en un mundo donde el dinero es casi todo, donde con dinero se compra casi todo, significa pues que el poder de todo es de ellos, de quienes ostentan el poder de manipular desde los movimientos políticos que dirigen nuestra vida por escrito hasta los del marketing que dirigen nuestra vida sin que seamos conscientes de ello, es decir, influenciándonos para que deseemos o necesitemos vivir de forma determinada.
A menudo la gente siente la imperiosa impresión de que necesita un coche de tal marca y modelo, una televisión de última generación, un teléfono móvil o vivir de una forma determinada con arreglo a lo que nos han hecho entender por bueno para nosotros, sin embargo ni entendemos ni sabemos los porqués.
Como ejemplo nos serviría el de los vehículos; somos capaces de comprar o cambiar un coche por otro de precios o marcas desorbitadas, con elementos o innovaciones extras, simplemente porque nos hacen sentir que esto nos dará cierto prestigio, y sin embargo no es así, esto simplemente nos hace dependientes de un sistema de vida y nos incluye en el grupo de gente influenciada.
La pregunta que hay que hacerse es: ¿por qué nos sentimos influenciados a comprar este tipo de vehículos cuando el otro poder que está dominado por el que nos influye, al mismo tiempo dictamina que no podemos utilizar este vehículo para los fines que nos publicitan que sirve?
Es como si a uno de nosotros, hombre o mujer, nos hicieran o permitieran vivir o dormir en la misma cama con el sexsimbol de nuestra mente y al mismo tiempo no nos permitieran tener una relación física con él o ella.
Si nos lo planteásemos así sería fácil de comprender y difícil de asumir, pero nos han ido educando y engañando para que no tengamos este sentir y sin ser capaces de conocer cuándo y cómo hemos cambiado, ya estamos inmersos en su esclavitud.
Debemos todos recordar desde ya, la educación que recibimos de nuestros mayores, los refranes y adagios que oíamos todos los días, donde se nos invitaba a vivir no a aparentar que vivíamos, donde la alimentación carecía de manipulación química, donde la palabra servía para entenderse y para comprometerse y dejar de compararnos con los que aparentemente viven mejor sólo por que los medios de comunicación nos hacen creer que es así.
El poder de éstos no existiría si el resto no ansiáramos lo que ellos denominan calidad de vida, que no es desde luego matarse a trabajar para conseguir dinero, ni tampoco matar a trabajar al prójimo para robarle sin vergüenza alguna o aprovecharse de su trabajo.
La mayor parte de nosotros nos afanamos en criticar a los funcionarios por cómo viven, a los empleados de grandes empresas por lo que ganan y a los que ostentando poder económico o jerárquico nos vilipendian, sin embargo todos queremos para nuestros hijos esa forma de vida, ¿por qué?
A esto se le llama hipocresía y envidia, y mientras no dejemos esa actitud en el armario viviremos por y para no vivir, no tendremos salud mental y por supuesto no representaremos para nuestros hijos nada de lo que sentirse orgullosos.
La Demarquía, título que recibe este artículo se inventó e instauró hace ya más de dos mileños, aunque existen diferencias entre lo que hoy se denominaría Demarquía y lo que fue en la antigua Grecia, pero básicamente es muy similar, luego no hablamos de algo nuevo y desde luego no de algo obsoleto, porque si se obsoletizó no fue por que no sirviese, sino porque en el pasar de los tiempos pasó a modificarse por la Democracia actual, motivada quizá por la demografía y por la unión de tribus que se convirtieron en países, etc.
Hoy día lo más parecido que tenemos a este sistema político se encuentra en algunos cantones suizos y en algunas poblaciones Estado Unidenses. Se trata del poder que emana directamente del pueblo, sin intermediaros pagados, es decir sin políticos profesionales, que convierten las verdades y las mentiras en prosa convincente, que convierten el bienestar de todos en una lucha de ideas y partidos, cuando la mayor parte de los problemas no entienden de eso, sino de soluciones válidas para la mayoría, puesto que el bienestar de uno mismo si no altera el bienestar del prójimo es también bueno y mejora calidad de vida de tofos, del prójimo y de uno mismo.
En mi caso personal me considero más libertario y nihilista que demócrata en cualquiera de sus acepciones, sin embargo considero útil y necesario para una buena convivencia y para el bienestar de todos, que como digo es también el mío, que una Demarquía nos vendría bien, sobre todo si todos fuéramos libertarios y nihilistas, mejor dicho sería si todos tuviésemos claro que somos libres y que tenemos el derecho a serlo desde que nacemos, y esa responsabilidad nos obliga a que los demás también lo sean, de modo que el respeto a lo que no nos es común, a lo desconocido, a lo incomprendido y si nada de ello perjudica a los demás es de obligado cumplimiento por naturaleza, puesto que esto nos haría entender bien el significado de Demarquía.
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