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jueves, 21 de febrero de 2013

Sentido común




Nosotros somos la generación más potente de la historia, ahora es el momento de los seres humanos, el momento en que Aristóteles, Jesús o Gandi podrían dar su conocimiento, su impresión, su catecismo de vida y que todo fuera más acorde con lo que de natural se espera de nosotros como seres racionales.


Seguramente en este mundo que sí está globalizado o casi en lo que se refiere a comunicación, en el que es posible viajar al corazón del desierto y ver allí a un chaval con una camiseta del Barcelona o el Real Madrid, y comprobar que conocen a algún jugador de estos equipos que distan a muchas noches en camello de donde ellos residen, sería posible por fin unir a toda la humanidad en una misma creencia, la del amor al prójimo sin distinción ninguna. Sin embargo los medios de comunicación tienen tan organizado el sistema que sólo llegan este tipo de mensajes, mensajes de esperanza para ser algo más en la vida, como si la vida fuera permanente y no pasajera, como si en la vida realmente contase lo que se llega a poder hacer con un balón o con un vehículo en vez de lo que se puede hacer por los demás.


Es injusto que cualquier deportista de estos tenga más renombre y reconocimiento que tantas personas anónimas capaces de entregar su tiempo libre, su dinero y hasta su vida por los demás. Me parece impropio de nuestro tiempo conceder tanto crédito a un chico joven que no ha hecho nada en la vida salvo dar patadas y que a base de patadas y patadas haya conseguido dominar un balón; entre tanto jóvenes de similar edad, se entregan por completo como voluntarios en la tarea de sacar adelante a niños sin medios para sobrevivir, a enfermos, mayores y todos aquellos que se encuentran en difíciles situaciones; no hay que olvidar a otros también que se dan de lleno en favor de la supervivencia de algunos animales que están amenazados de extinción o que sufren la amenaza gratuita de los humanos, ni a tantos otros que se entregan a la tarea de investigar, estudiar y no cejar en el empeño de conseguir algo bueno para la humanidad en una u otra tarea. Me parece injusto que todas estas personas queden sin reconocimiento ninguno, ni tan siquiera un reconocimiento de su país o de sus gobiernos; en muchas ocasiones luchan incluso contra todos los impedimentos que les ponen éstos, sus países, sus gobiernos, las leyes erróneas y obsoletas que les impiden hacer las cosas en la confianza que da su entrega.

Así que sirva esto sólo como reconocimiento personal a estas personas que se preocupan de los demás y que quizá un día tengan también que preocuparse por mí o por usted, porque ninguno de nosotros está a salvo de la desgracia y conviene tener esto presente.

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